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Los pacientes con enfermedades respiratorias crónicas no tienen mayor riesgo de infectarse por el virus SARS-CoV-2 que el resto de la población general. 


La presentación clínica del COVID-19 en pacientes con asma o EPOC no difiere del resto de la población y consiste en fiebre, tos no productiva, disnea, dolores musculares, pérdida de gusto y olfato, entre otras. 

Sin embargo, los pacientes con EPOC que ingresan por COVID-19 desarrollan enfermedad más grave y tienen peor pronóstico. La principal recomendación es que si están bien controlados no realicen modificaciones en su tratamiento habitual y lo tomen adecuadamente.

Si tienen síntomas a pesar del tratamiento debe consultar al médico para ajustar la dosis de su medicación habitual. 

No existe evidencia que constate que los tratamientos habitualmente empleados en el tratamiento de mantenimiento del asma, particularmente glucocorticoides inhalados, empeoren el pronóstico del COVID-19. Por ello, los pacientes deberán seguir tomando el tratamiento para el asma previamente prescrito. 

No existe incompatibilidad de los fármacos habitualmente prescritos para asma y EPOC con los administrados para COVID-19  pero podría existir cierta interacción farmacológica por lo que se recomienda vigilancia clínica cuando se administren dichos tratamientos conjuntamente. Es posible que en algún caso se aconseje ajustar la dosis. 

Los pacientes que reciban corticoides de mantenimiento no deben suspenderlos  y si los precisan para tratar una  agudización se pueden administrar.

Los pacientes con asma grave que reciben tratamiento con fármacos biológicos no deben suspender su administración. 

No realizar durante la pandemia pruebas de función pulmonar ni esputo inducido. 

En el tratamiento de los pacientes asmáticos infectados por SARS-COV-2 no se emplearán nebulizadores para aerosolización de fármacos. Se sustituirán por dispositivos acoplados a espaciadores o cámaras de inhalación.